La Puta Dama
|—Jorge tómate una copas conmigo, debo confesarte algo— —vamos al bar de la esquina que hay show de striptis — Después de tres horas en aquel antro: —Me enamore de una puta, Jorge— —Es broma, no lo creo, eres un profesional y tu esposa es todo lo que un buen hombre puede desear— Sabrina era su nombre, la conocí en un lugar de quinta cuando pasaba a visitar mi finca en San Lorenzo, estaba sentada en una mesa solitaria y mis ojos no pudieron desviarse de los suyos, la ame desde que la vi, poco a poco me ganaba su confianza y descubrí su picardía, su maestría para hacerme su esclavo. La primera vez que la hice mía sentí que jamás dejaría de tenerla. Me sacaba demasiado dinero, tanto que en tres meses le regale una casa, se fue a su país a visitar a su familia y cuando regresó era tanta mi obsesión que le regale un automóvil de moda. Cada envestida significaba un monto de perdida significativo para mis activos que con la bolsa habían aumentado a favor propio.