Tu verdad sin mí
Heme aquí despierta, insomne por culpa de dos tazadas de café. Llegan imágenes de aquellos días de verano en donde estabas bronceándote el cuerpo, y en un diminuto bikini yo también me doraba, jugueteabas con mi pelo desbaratando las ondinas formadas por la fuerte brisa que lo enmarañaban, mientras esos rayos de sol mañanero nos cubrían. Me mirabas; yo te miraba: no pronunciábamos palabras porque no hacía falta. Veía el amor en tus ojos, y sin dar más preámbulo, sacaste un papel como especie de papiro, no sé de dónde rayos. Lo metiste a propósito en una botella que taponaste con un corcho. Luego lo arrojaste al mar para que yo deseosa de saber el contenido fuera a buscarle. Pude alcanzarlo en medio de dificultades y pese a que una fuerte ola me hiciera zambullir. Casi me cuesta la vida aquella gracia. Al llegar a la orilla, ensimismada por las ansias, destapé el contenido, abrí el papel. De repente no estabas, desapareciste. Desde ese día se acabó la alegrí